¿Por qué la alta dirección somos los primeros en romper la cadena de mando?

Romper la cadena de mando… El mal vicio de sentir el poder.

Sigo sin entender la manía que tenemos los que formamos parte de la alta dirección para solicitar que todo tiene que pasar por nuestra validación y autorización.

Esa necesidad de tener la última palabra en las decisiones solo invalida la confianza y autoridad de los mandos medios de nuestra organización.

Y luego nos atrevemos a decir que nuestro personal no toma decisiones y cuando las toma lo hace de forma incorrecta.

Pero ¡no los dejamos crecer ni madurar!

¿Cómo pretendemos que aprendan y maduren en la toma de decisiones si no los dejamos experimentar y aprender de sus errores?

Ya hemos hablado antes sobre aprender a delegar y sobre el liderazgo obsoleto, pero también debemos hablar de los egos frágiles y la auto estima baja de nuestros líderes.

¿De qué sirve generar organigramas y perfiles de puesto si al final la única forma que vale es la mía? ¿Será acaso que nos da miedo que nuestra opinión sea la única que vale?

Dice la premisa que para crecer como organización debemos rodearnos de personas más inteligentes que nosotros y permitirles hacer su trabajo. Sin embargo, ante liderazgos obsoletos esto representa una amenaza ya que «socaban su autoridad» ¿cómo es posible que alguien conozca más que yo?

¿De qué sirve llevar grandes perfiles a mi organización si no los dejo operar, tomar decisiones y ayudar a crecer la organización?

Bien dicen, si quieres que a todo te digan que sí, rodéate de perfiles bajos. Y en toda organización siempre existirán aduladores que te digan que eres maravilloso, que no te retén tu toma de decisiones y forma de pensar.

Hace algunos años iniciamos trabajos de consultoría con una organización en la cual el director de Operaciones, segundo nivel en la sucesión de mando familiar tenía una necesidad de demostrar que él mandaba y que era la máxima autoridad en la organización. ¡Una necesidad de reconocimiento y validación ante su figura de mando!

Nos recibió a mis compañeros y a mi haciendo una declaratoria: Ningún consultor ha podido con nosotros y seguido de una risa.

En ese momento me quedó claro que nuestros servicios no eran requeridos, que era un servicio impuesto y no aceptarían recomendaciones ya que no las necesitaban. El nivel de inseguridad en su liderazgo ante nuevos retos y opiniones contrarias a la suya quedó demostrado.

Lamentablemente esto sigue existiendo en las MiPymes y tenemos mucho camino por recorrer para aprender sobre nuestro liderazgo.

¿Conoces situaciones similares?

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